Hace unos días pude leer con atención un post de Enrique Dans sobre cómo la banda Iron Maiden había reinterpretado las descargas que en la red se hacen de su material discográfico y multimedia. Aunque más tarde, algunas fuentes contradecían la historia y mantenían que no había evidencias, lo cierto es que existen datos suficientes como para adivinar que sí hay una gran parte cierta.
El hecho es que con más de 75 millones de copias vendidas, si el grupo liderado por Bruce Dickinson y Steve Harris fuese uno más, interpretarían la red y las descargas como el gran enemigo de su carrera. Sin embargo, la táctica seguida consistió en utilizar las descargas como herramienta para caracterizar y localizar la demanda insatisfecha, programar las ciudades de sus giras y, de este modo, convertir a los internautas en compradores de entradas y merchandising (la parte del negocio/producto que no se puede descargar).
Evidentemente, les ha resultado mejor reorientar su visión del negocio (y generar ingresos) que enviar hordas de abogados y SGAEs a perseguir al fan (lo cual sólo supondría costes y frustración). Como se ha demostrado en muchas ocasiones, los que se toman el trabajo de descargar son por lo general los mejores fans y los que más se gastan en música. Es por ello que las últimas giras tuvieron su escenario en países como Brasil, Venezuela, México, Colombia o Chile, donde los llenos fueron absolutos y la presencia de la banda en las redes sociales tuvo un crecimiento espectacular.
El de Iron Maiden no es el único caso, pero sí ha gozado de gran relevancia en los últimos tiempos. Por otra parte, me hizo recordar a otro grupo, los Grateful Dead, que en su propia época ya apostaban de forma radical por visiones innovadoras de lo que es el negocio musical y la marca de un grupo de rock.
El grupo liderado por Jerry García siempre tuvo claro que lo que les gustaba era tocar, de forma que cada concierto debería convertirse en una experiencia única para su comunidad de usuarios (ya gestionaban a sus fans como una comunidad). Huyeron de los patrocinios para seguir manteniendo un precio popular para las entradas a sus conciertos y crearon su propio servicio de venta de entradas para garantizarse que sus fans pudieran adquirirlas si estar sometidos a la reventa o a las largas colas. No tenían rotación de personal; sus planes de remuneración basados en participaciones en beneficios, planes de jubilación y seguros de salud servían de motivación y vinculación de todo el equipo que acompañaba al grupo.
Pero sobre todo, lejos de estar todo el día metidos en un estudio para grabar y luego promocionar su disco en radios, TVs o giras, la estrategia del grupo residía en tocar cuanto más mejor, hacer el mayor número de directos posible, pero creándolos todos diferentes, experiencias únicas que hacían que para el fan, cada gira fuera una cruzada espiritual. Conciertos de 4 horas (los demás los hacían de 2) a los que acudían más de 2 millones de seguidores cada año, los cuales podían grabar (incluso gozando de ubicaciones privilegiadas para obtener una mayor calidad), bajo un código de honor consistente en no hacer dinero (si permitido el intercambio libre) con dichas grabaciones. Toda una herejía en la época que, para muchos, aún lo es hoy. Sin embargo, los fans se convirtieron en apóstoles de la marca Grateful Dead, en la comunidad de los DeadHeads, en el ejército que mantiene vivo al grupo, años después de la muerte de Jerry García.
Incluso, una vez recuperados sus derechos de imagen, lejos de luchar de frente contra las falsificaciones de camisetas, bufandas, banderas… trataron con los mejores vendedores para convertirlos en socios…
En fin, frente a la persecuciones a internautas, frente al artistoide mero producto de estudio y photoshop, frente al vago que sólo quiere vivir de derechos de autor, frente a cánones a discos y grabadoras, frente a los ataques a las redes P2P… hay otros profesionales, de todos los tiempos, que entienden el negocio musical de manera diferente, empezando por un exquisito y excelente cuidado a sus fans.
“Debemos cultivar la relación entre la banda y los Deadheads, porque ellos son nosotros y nosotros somos ellos” (Phil Lesh – Grateful Dead).