A finales de mayo, participé en una jornada de emprendimiento social organizada por SHIP2B, dentro de su proyecto B-Ready. Independientemente de lo allí acontecido (jornada de interacción y aprendizaje de un alto valor añadido), me llamó la atención la diversidad del grupo, el empuje que tiene el emprendimiento social y las ganas de cambiar el mundo que, sí… existen!
Pero lo que más me sorprendió, gratamente, es la presencia de varios emprendedores no jóvenes (contradiciendo el estereotipo que existe: el joven Steve Jobs en su garaje californiano). Algunos de ellos con varios proyectos sociales a la espalda y otros con exitosas carreras profesionales que, de repente, en un proceso de autorreflexión, decidieron cambiar el rumbo de su vida y dedicarlo a dar soluciones a los problemas de los menos aventajados. ¡Qué lejos del estereotipo más difundido!
Revisando la red, el estudio anual de Global Entrepreneurship Monitor (GEM) de 2009 ya indicaba que los emprendedores menores de 35 años sólo representaban el 19,1% del total de la actividad empresarial. Además, el informe señalaba el comienzo de un “cambio radical”, porque la iniciativa empresarial se había reducido para los jóvenes, con relación a años anteriores, y aumentaba significativamente la cohorte de más de 45 años de edad de los nuevos emprendedores a partir del inicio de la crisis en 2008. Además, este emprendedor, con carrera profesional y/o con experiencia dilatada, suele tener mayor éxito en su iniciativa (mejor networking, más recursos, mayores habilidades…).
Incluso las personas que llegan a la edad de jubilación, lo hacen en mejores condiciones de salud física y mental que años atrás. Llegado ese momento, no se les debe hacer claudicar en cuanto a rendimiento profesional. El emprendimiento es una posibilidad de encontrar un término medio entre el ocio total y el estar involucrado en actividades donde poder revertir toda la experiencia, sabiduría, potencial y talento a la sociedad y en concreto a los más jóvenes. En USA, Universidades, ONGs, Fundaciones… son espacios donde, de forma habitual, te encuentras a estos seniors aportando valor a los jóvenes, a través de la docencia, del voluntariado o de la puesta en marcha de proyectos.
Nos hemos de dar cuenta de que emprender no es cuestión de edad, sino de actitud. Además de la experiencia y el networking, a los emprendedores “mayores” les caracteriza la motivación. Llevar muchos años dedicándose a lo mismo puede ocasionar que uno no se sienta identificado y comprometido con la empresa, por lo que emprender un nuevo proyecto es una buena opción para cerrar un círculo y abrir otro nuevo.
Ariana Huffington fundó The Huffington Post a los 54 años. La influyente escritora, periodista y columnista tiene hoy, ediciones diarias de su periódico digital en multitud de países. Otro ejemplo es Ray Kroc, el fundador de la cadena McDonalds. Aunque sus creadores fueron los hermanos Dick y Mac McDonald, en 1955 cuando Kroc tenía 52 años compró la empresa de comida rápida y comenzó a internacionalizar y expandir la cadena.
Es este un buen “toque” de atención, por un lado, a quien diseña políticas de fomento del emprendimiento y sólo se dirige a los jóvenes, con el fin de atenuar el problema del paro juvenil, sin analizar un mercado donde el emprendedor mayor, sin la suficiente ayuda, está generando ideas, negocios, empleos y cambiando la sociedad. Por otro lado, un aprendizaje para jóvenes que pueden estar sintiéndose desaprovechados en su actual puesto de trabajo o en su actual formación, porque toda experiencia y aprendizaje, mejorará el proyecto que pueda tener. Y, como no, la muestra de que el reto del emprendimiento se puede asumir a cualquier edad, con el añadido de que, el emprendedor mayor, puede aportar a la sociedad una serie de conocimientos, experiencias y habilidades que nos enriquecerá a todos.