Algunas redes sociales comienzan a incorporar botones para facilitar la compra a sus usuarios, como es el caso de Twitter, Instagram, Pinterest… Si esto funciona, el comercio electrónico pasará a una siguiente fase que pondrá en más aprietos, si cabe, al comercio minorista. De hecho, los fabricantes buscan la manera de hacer esto realidad, puesto que muchos de sus usuarios, sobre todo mujeres jóvenes, se han convertido en celebridades gracias al hecho de compartir toda su vida en las redes sociales. En su artículo “El Santo Grial del Comercio” (Actualidad Económica, 09/2015), A. Felsted y H. Kuchler, ponen de manifiesto que estas chicas, con nulos o bajos ingresos, se las ingenian para no repetir modelito en los miles de selfies que se hacen y cuelgan en las redes sociales, lo cual les lleva a buscar prendas baratas que puedan combinar constantemente con otras más top. Es común escuchar “he hecho un esfuerzo para comprar más faldas y más tops que vestidos, porque los puedo mezclar para que parezca que estreno”.
El tiempo que pasa entre que algo está de moda, lo compro, me lo pongo, me hago el selfie, lo cuelgo en la red y deja de estar ya de moda es vertiginoso. Una idea, acercar al cliente la elaboración del articulo… las fábricas no pueden estar muy lejos, porque el tiempo es un variable decisiva. Pero esta moda “desechable” ha de observar la inquietud de los más jóvenes por la sostenibilidad del planeta, es por ello que nacen negocios como el alquiler de prendas, la reventa de las mismas (ebay, wallapop…), el compartir modelitos entre grupos de la misma red social… Y desde las redes sociales, aparecen los cazadores de tendencias que las identifican y las relacionan con sus productos y sus tiendas. Dicen estos autores que todo se mezclará: “las tiendas online van a tener su red social y las redes sociales van a tener tiendas”. Burberry abrió la veda con su red social Art of the Trench (2009), donde los usuarios suben sus fotos con prendas de esa marca y los compradores con un click comprar lo que vean y les guste. Además, esta marca vende a través de Twitter… Los Smartphone han traído una nueva forma de entender las compras, las modas, los pagos…
Ante esto, al comercio tradicional le queda hacerse dueño de la experiencia del cliente, de interpretar el espectáculo de la compra, de divertir a los que entran a verle, de ser asesores especializados en las necesidades de su público. Y tener la presencia adecuada en las redes, sobre todo en Instagram, la favorita de los esclavos y esclavas de la moda. La tienda de moda vintage Fox&Fawn sube fotos con prendas para sus usuarios registrados (nombre, dirección, tarjeta, tallas, etc.). Si te gusta escribes como comentario “ring me” (sonido de caja registradora) y sale esa prenda empaquetadita hacia tu casa. Por tanto, ante lo que viene, más que lamentarse de las ventas que “nos roba el ecommerce”, hay que observarlo como una canal de ventas de máxima prioridad.
Pero, hoy, no basta con el Smartphone, porque a veces lo llevamos en el fondo del bolsillo del pantalón o de la chaqueta e incomoda sacarlo, así que todo este universo se trasladará a los Smart Watches y a los Weareables (deseando que por medio de ellos el cliente trasmita también como se siente en cada momento y/o con cada acción: veo prenda, decido o no comprarla, pagarla…).
Como decían estos autores, pues si, puede ser que estemos ante el nuevo “Santo Grial” del Comercio.